miércoles, 21 de febrero de 2024

Pregón Semana Santa Sierra de Yeguas 2.024

 

Pregón de la Semana Santa Sierra de Yeguas 2.024


 Este pregón fue organizado y presentado por la Antigua, Humilde, Fervorosa y Muy Venerable Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de la Esperanza, el sábado pasado día 17 de febrero de 2.024, siendo pregonera, Dña. Maria del Mar García Reina, hermana de dicha cofradía, en la Parroquia Inmaculada Concepción de nuestra localidad. 

  

No me alcanza la memoria a poner fecha ni momento, a la primera vez que me puse ante Vosotros, Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y Mª Santísima de la Esperanza, lo que sí sé que de tu mano fue, Papá. Y desde aquel entonces, en mi corazón creciendo ha ido ese sentimiento de alegría, nostalgia, respeto y emoción, que se avivan en días previos a nuestra Semana Santa, y siempre es la memoria, con sus infinitos recuerdos, los que me llevan a mi casa, donde nací, de donde mana esta pasión que tengo y que llevo con un inmenso orgullo silencioso que me hace mantener mis principios cofrades.

Las lágrimas, a veces, a mí misma me delatan, como reguero que llega a mi corazón, con un rigor implacable tantos momentos de aquellos primeros y formidables años en los cuales ya iba tomando conciencia de que se formaba de manera inequívoca mi alma cofrade. Tenía para ello maestros incansables en ese afán, que sin decir nada, testigos mudos, toda aquella enseñanza me llegaba, mi padre, mis hermanos y mi madre. Y momentos como el sol que nos alumbra, que nos da la vida, todos los días de nuestra existencia, ahí se encuentra y no nos dice nada de modo que todo este sentir que se ha forjado en mí, este ser cofrade, ese amor por mi hermandad, esta insigne tradición, es gracias a ellos. ¡Cuánto les debo! Por todo lo dicho, porque sé que estáis aquí, por razones infinitas y poderosas debo este enorme legado llevarlo a casa, a mis sobrinos, a mis hijas y a mis nietos, así lo hago día a día, momento a momento. Me lo dicta el corazón. Y que no sea por mí, que no sean cofrades si así lo quieren, porque yo a vosotros, mis mentores, os lo debo.

MARCHA PROCESIONAL: ESPERANZA DE MARÍA

Reverendo párroco D. Francisco del Pozo, Excelentísimo Alcalde D. Miguel Ángel Sánchez, comandante de puesto, señor juez de paz, concejales, hermanos mayores, pregoneros de nuestra Semana Santa, cofrades, querida familia y amigos todos. Buenas tardes.

Me gustaría pedir perdón, porque aun sabiendo que no estaré a la altura de los pregoneros que me precedieron, he aceptado ser vuestra pregonera este año por la fe tan grande que siento por mis titulares, Santísimo Cristo de la Vera-Cruz Y María Santísima de la Esperanza.

Gracias a mi familia que me acompaña en todos los momentos importantes de mi vida, porque desde que nací no hay un solo día en el que no haya sentido su amor, que a golpes de besos y cariño me adentraron en la maravillosa fantasía de mi niñez, con respeto e intachables valores me abrieron de par en par las puertas de mi adolescencia, y con su impecable ejemplo me acompañan en mi madurez. Gracias no habría podido coger mejor familia para mi vida aquí.

Gracias a mis hijas, Macarena, Celia y Paula, eje central de mi vida, me siento muy afortunada por teneros siempre a mi lado. A Curro por ser mi compañero infatigable de la vida, gracias por tu ayuda que ha elevado enormemente la calidad literaria de este pregón, sin ti no hubiese sido capaz de estar hoy en este atril como pregonera.

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro, y yo encontré dos, Montse y José Agustín. ¿Cómo agradeceros todo lo que habéis hecho por mí desde que me enteré que iba a ser la próxima pregonera? Profundo agradecimiento y sincera gratitud por la inestimable ayuda que me habéis brindado en la elaboración de mi propio pregón. Vuestra generosidad al compartir vuestra experiencia y sabiduría ha sido fundamental en este proceso creativo, y no puedo expresar lo suficiente mi aprecio por vuestro apoyo.

Vuestras palabras inspiradoras, consejos y ejemplos emocionantes han iluminado mi camino y han sido la chispa que necesitaba para dar vida a mis propias ideas. Vuestra dedicación y pasión por el arte de pregonar no solo me han enseñado técnicas valiosas, sino que también han avivado mi propia llama creativa.

 Agradezco sinceramente el tiempo que habéis invertido en compartir vuestros conocimientos y experiencias conmigo. Vuestra guía ha sido un regalo invaluable que ha enriquecido mi proceso de creación y ha contribuido significativamente a la calidad de mi pregón.

No solo estoy agradecida por vuestra ayuda práctica, sino también por el espíritu colaborativo, la alegría, la frescura y sinceridad que ha caracterizado nuestra interacción. La solidaridad entre pregoneros es un tesoro que fortalece nuestra comunidad, y estoy agradecida por formar parte de ella.

Espero que en algún momento pueda corresponderos de la misma manera, ya sea compartiendo mis propias experiencias o ayudando a otros aspirantes a pregoneros. Vuestra generosidad ha sido un recordatorio de la importancia de apoyarnos mutuamente en nuestros viajes creativos.

Nuevamente, gracias de todo corazón por vuestra contribución inestimable. Estoy emocionada por la oportunidad de seguir aprendiendo y creciendo en este apasionante mundo del pregón, inspirado por vuestro legado y guiado por vuestros consejos.

A mi hermandad y a sus directivos. Es un honor y un privilegio haberme otorgado esta responsabilidad y confianza.

Cuando recibí la noticia de que había sido elegida para ser la pregonera de nuestra hermandad, mi corazón se llenó de emoción y gratitud.

Cada uno de vosotros ha contribuido de alguna manera a mi experiencia, haciendo que esta hermandad sea un hogar para mí. Hoy, al estar frente a ustedes, no solo veo caras familiares, sino corazones comprometidos.

Quiero agradecer a cada miembro de nuestra hermandad por confiar en mí para ser su voz en este importante evento. Prometo llevar este papel con la dignidad y el respeto que merece nuestra querida hermandad.

Este cargo no solo es un reconocimiento personal, sino un recordatorio de la responsabilidad que compartimos como miembros de esta hermandad y con nuestra Semana Santa serrana. Juntos, podemos continuar construyendo un ambiente enriquecedor, lleno de solidaridad y crecimiento.

 

Himno de España.

Semana Santa, tradición, es olor a pintura, claveles, incienso y magdalenas, es reencuentro con personas que hace tiempo que no ves. ¡Cómo me gusta ver a los serranos que durante el año apenas cruzan palabra y esos días son más hermanos que nunca , que van a una con el mismo fervor hacia esas imágenes que nos han visto crecer, sentir como nos abrazamos todos unidos por ese amor devoto que nos inculcaron en nuestras casa a nuestros titulares.

Aunque yo sea la cara que hay hoy aquí, ellos están conmigo y me acompañan en mi pregón, porque estoy segura que algo tuvieron que ver para que esto sucediese, mis cuatro ángeles!.

También es sinónimo de fervor, hermandad y acompañamiento porque así me lo enseñaron y es como siempre lo he vivido. Desde que nací lo viví en mi casa. Con mi padre siendo hermano mayor del Cristo todos los enseres de la Hermandad se guardaban allí, tanto es así que aún recuerdo la caja de madera del antiguo estandarte que siempre creí que era parte del dormitorio de mis padres.

Recuerdo cómo días previos a nuestra Semana Santa iban llegando los hermanos a por sus túnicas, guardadas con tanto cariño, cada una en su bolsa de plástico, con su nombre, a la que yo iba corriendo a buscar el nombre para poder dársela, mis primeros recuerdos son un ir y venir de la iglesia a mi casa y de mi casa a la iglesia.

Yo nací y crecí dentro de mi Hermandad, y aunque yo soy del Cristo, porque mi padre y mis hermanos me lo inculcaron, también siendo niña, con mis amigas, con la misma túnica negra que nos vestíamos por la noche del Cristo, lo hacíamos también por la mañana de la Virgen de los Dolores y por la noche de la Soledad, porque el amor y el fervor de la Semana Santa, se vive en Sierra de Yeguas, en cada rincón y en cada casa. Y si Dios lo permite volveré a buscar esa senda donde se condensa mi vida, porque cumplir años no deja de ser esa bendición que Dios nos regala para que amanezcamos a otro siglo temporal mientras trascurre nuestra vida terrenal.

Ya están nuestros niños en la calle, en sus filas, ataviados con sus túnicas cofrades, llenando de alegría y fervor los momentos previos a la salida de su hermandad. Quedan atónitos y asombrados cuando ya asoman los varales por la puerta de la iglesia.

 Ya se ve al Cristo del Amor y a María Santísima de la Sierra, y al verlos, miro las caras de mis nietos Juan Manuel y Thiago, y veo en ellos la continuidad de nuestras tradiciones, con amor, respeto y fe.

Que todo aquel que crea que esto se acaba, se equivoca, porque los serranos salimos a la calle para enseñar cómo se ama a Cristo, llenando todas las esquinas y rincones de este bendito pueblo. Que todos aquellos que creen que esto termina no saben de nuestro orgullo, de nuestro proceder, de nuestra seriedad, de nuestro comportamiento…

Tenemos en nuestras manos la más hermosa y joven de las tareas. El mandato de Jesús de predicar el Evangelio que se hace realidad en esta tierra, con una capacidad de sugestión capaz de llenar todos los corazones desde nuestros más remotos recuerdos.

Perseveremos en el recuerdo, ese que tanto bien nos hace, no dejemos de inculcar a nuestros hijos el amor a la Semana Santa, dejemos que se inunden sus sentidos desde la pila bautismal, con esa forma nuestra de ver y querer a nuestra Semana Santa, para cuando el entendimiento se lo permita le podamos instruir en el amor por Cristo, que con el esfuerzo aprenderán en esta tierra abonada de pasión. Seamos partícipes de su ilusión cuando por primera vez pidan su túnica y sintamos esa felicidad que no encuentra palabra, cuando compartamos con ellos ese primer acompañamiento, porque en Sierra de Yeguas nace la vida, porque en Sierra de Yeguas nace el amor , porque en Sierra de Yeguas hay una semana que dura más de siete días.

Dice el refrán, que el que no estrena el Domingo de Ramos se le caen las manos. Así lo escuchaba yo cada Domingo de Ramos decir a mi madre. He entendido, con el paso de los años, que para su generación, con las circunstancias personales de aquellos entonces, qué mejor día para estrenar, que el día en el que celebramos la entrada de nuestro Señor de la Bondad en su entrada triunfal en Jerusalén, primer día de Semana Santa.

Estrenamos ilusión, la misma que sentimos al acercarnos, siendo niño, de la mano de nuestros padres a la iglesia a verte salir, la misma ilusión que la primera vez que nos pusimos la medalla al cuello, la misma ilusión de volver a vestir el hábito penitente como aquella primera vez que nos moríamos de ganas de que llegara el día de la salida, la misma ilusión por la que se nos inunda el corazón de emoción con el sonido de la primera banda de música en la calle o el primer olor a incienso.

Engalanamos nuestros balcones y ventanas con palmas y ramas de olivos. Todo ello con ese carácter tan tradicional nuestro, que nos hace inmensamente cristianos ya que viene nuestro Señor de la Bondad, el Hijo de Dios, a redimirnos de nuestros pecados y a traernos la paz tan necesaria en estos días.

Dejé la luz del día y, tras el atardecer...llegó la noche fría. Noche oscura y silenciosa unida por nuestro gran amor a Ti Santísimo Cristo de la Clemencia y Perdón. Un pueblo va a tu encuentro, junto a las tres Marías acompañadas de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Las velas en las ventanas alumbran tu camino y junto al sonido de tambores roncos te acompañamos en tu Vía Crucis por las calles de Navahermosa. Jesús, el hijo de Dios vivo, el Redentor del mundo, es condenado a muerte en la cruz, en una negación de la verdad, en un rechazo de seguir el camino de amor que Dios propone al mundo.

Si nosotros tuviésemos que escoger en aquel día estar con Cristo como Juan y María, ¿Estaríamos dispuestos? ¿O estaríamos escondidos donde nadie nos mirase?

¿Escogeríamos por amor a Él acompañarlo en esa cruz y en esa condena injusta?

Hoy nuestra propia cruz nos parece muy pesada, y quisiéramos a veces apartarnos de ella, hacerla a un lado, rechazarla, pero es Dios quien la permite en nuestra vida, para así hacernos partícipe de este misterio, acompañarlo en su dolor divino y así escoger por amor estar a su lado.

Señor que aceptas una condena injusta, concédenos a nosotros y a todos los hombres la gracia de la verdad, y de acompañarte en tu dolor, cargando cada uno con su propia cruz unidos a ti.

Las mujeres serranas recorren las calles del pueblo portando velas encendidas. El murmullo de las plegarias y los pasos delicados de estas mujeres dan forma a una atmósfera de solemnidad y recogimiento. A medida que avanzan por el camino, se detienen en cada uno de los altares para rezar y reflexionar sobre las estaciones de penitencia. En cada uno de los altares se colocan imágenes religiosas que representan momentos significativos de la pasión de Cristo. La procesión continúa en silencio, sólo interrumpido por los cánticos y oraciones entonadas por las serranas. A medida que avanzan, las luces de las velas iluminan el camino e impregnan el ambiente de una atmósfera mística. La noche cerrada añade un elemento adicional de intimidad y solemnidad a la procesión.

Las serranas caminan con paso firme, su rostro iluminado por el resplandor de las velas recuerda el sufrimiento de Cristo y muestran su fe y devoción. Esta procesión realizada por mujeres es una tradición arraigada y representa un momento de encuentro espiritual y reflexión para todas. ¡Silencio, la hora está cerca!

En las calles solitarias y empapeladas de sombras los serranos portan la Cruz de la Ambrosia. Con devoción, avanzan en procesión rompiendo el silencio de la noche cerrada. No se escucha más que sus pisadas, acompasadas y respetuosas. Los rostros, en penumbra, muestran el peso y la solemnidad del momento, cada uno carga con sus propias penas, buscando en esta procesión el alivio para su alma agitada. Lentamente se desliza por las calles, ocupando el espacio con su fervor. Las saetas se alzan al cielo estrellado, como en eco sagrado de oraciones a media noche. Sus voces llenan el aire, transmitiendo la devoción que recorre cada uno de los serranos que avanzan en la procesión. El cántico y los rezos se fusionan creando un ambiente de recogimiento, reflexión y fervor. En los altares los serranos se detienen, rezan con amor y esperanza, esperanza que nunca pierden. Sus plegarias se elevan hacia lo divino, en busca de consuelo y redención. Cada uno encuentra en la fe un reencuentro con su propia esencia. El Vía Crucis de la semana de pasión se hace presente en cada paso, en cada mirada, en cada suspiro contenido. Cada estación del camino de dolor y sacrificio es representada con amor y devoción. Los hombres, los serranos se sumergen en el sufrimiento de sus Señor, sintiéndose parte de ese sacrificio que los redimió. En medio de la oscuridad de la noche el alma de estos hombres se iluminan con la antorcha de la fe. En silencio.

 

Amanece el jueves…

Desde que tenía 15 años los Jueves Santos cambiaron, mi hermano Cristóbal junto a Alonso, o como todo el mundo lo llamaba "Carlón", el hermano mayor de la Hermandad, vinieron en busca mía, querían que al cristo lo acompañasen mujeres vestidas de mantilla. Aunque en un principio me resistí a la idea, su insistencia me convenció.

Y desde ese instante me hice cargo de comprarlas y buscar quien nos la pusiese y como no, reunirnos en mi casa para ponérnoslas. El primer año tuve que echar mano de mis hermanas y sobrinas, como tantas veces…

Éramos solos 6 y ahí comenzó mi aventura con las mantillas de mi hermandad…. y hasta hoy, no ha habido Jueves Santo… sin mantillas. Los primeros años, nos tenían que ayudar, no era fácil para una niña de 15 años, ponerse una teja y una mantilla.

Pero como buenas vecinas y hermana, Loli Lucas y su sobrina Carmen María, venían cada tarde de Jueves Santo a mi casa, a ponerlas. Mi madre, encantada de que su casa se volviera a llenar de hermanas de mi hermandad se pasaba todo el día en la cocina, para que a las Mantillas, no les faltara de nada.

A las 5 de la tarde, era la hora elegida para empezar… Una a una iban llegando… y en el ambiente ya empezaba a sentirse la emoción… -”¡Venga, vamos a empezar que no nos da tiempo!” nos decíamos unas a otras.

Al rato, llegaba mi hermano Cristóbal: -“Venga Mari… ¿qué os queda? Que la banda ya mismo está aquí por ustedes”.

¡Ay! Que no daría yo, por volver a escuchar aquellas palabras… Abríamos el balcón, para poder escuchar a la banda llegar, y ver ese ajetreo de hermanos con túnicas blancas y negras andando por las calles.

-“¡Ya es la hora! Nos decía mi hermano- todas colocadas en fila desde dentro de la casa, para salir en orden.

Recuerdo, la cara de mi madre, orgullosa, cuando nos veía a todas vestidas de mantilla, salir de su casa.

Las vecinas apostadas en la puerta, a ambos lados, para vernos.

Hoy soy yo la que me siento orgullosa de ver a mis hijas y sobrinas, vestidas de mantilla.

 

SAETA

 

A ti, Señor de la Humildad, ahora que me dispongo a ensalzar tu divina presencia en nuestro pueblo, ahora que te quiero pregonar, descubro que siempre estuve bajo los faldones de mi hermandad, enredada en innumerables tareas que hay que hacer siempre, privándome de la dicha de deleitarme con tu presencia y no te he podido disfrutar.

 A pesar de esto en mi casa resonó alguna vez una historia, una leyenda de la que Tú, Señor, eras protagonista. Desde un pueblo de Sevilla, se urdió una trama mediante una carta falsa del Arzobispado que sirvió como pretexto para arrebatar tu presencia. Contaban en casa que el sacristán de entonces presenció cómo te subían en una furgoneta, dio la voz de alarma al Alcalde, quien con firmeza dispuso un taxi, y con su vara de mando se lanzó en tu rescate. Ya cercano a Sevilla, en el pueblo de Arahal, consiguieron detener aquel vehículo que intentaba separarte para siempre de nosotros. Fuiste devuelto, sano y salvo, a tu morada, de donde nunca debiste salir.

Este episodio atestigua la inconmensurable valía que posees para nosotros, mi Señor de la Humildad. Intentaron despojarte de nuestro pueblo, y sin ti, nuestro Jueves Santo no sería el mismo.

Tu imagen me estremece, pues evoca ese momento culminante: Te encuentras solo, aguardando un desenlace que no mereces. No obstante, Señor, en tu semblante se refleja una entereza y serenidad propias de aquel que experimenta el sufrimiento inminente en la cruz, pero confía en que su Padre Dios no le abandonará. Mi emoción se desborda cuando miro para atrás y te veo llegar, solemne, majestuoso, pausado, sobre ese monte de claveles que te alza para que te admiremos aquellos que te hemos tenido lejos.

Ahora estáis reunidos, mi Señor de la Vera-Cruz y María Santísima de la Esperanza a tu lado, Señor de la Humildad. Avanzáis con parsimonia, al compás de la banda, inmersos en la recogida oscuridad, con el esfuerzo de los hombres de trono meciéndoos de manera reverente, hasta que la campana tocada por el capataz, resuene. En ese instante, el corazón amenaza con salirse del pecho porque esa imagen merecedora de estar en el altar de nuestros recuerdos es algo sublime, inolvidable, indescriptible. Es preciso presenciarlo y atesorarlo en lo más profundo de nuestro ser, disfrutarlo mientras honramos a aquellos que nos faltan.

La salida del Cristo cada año se siente distinta, aunque igual de majestuosa, pero ahora, más triste…, porque ellos, que tanto me enseñaron y tanto me acompañaron, ya no están conmigo.

Nos hemos ido dando el relevo, unos a otros, y ahora me toca a mí. Tengo el honor y la responsabilidad de inculcar a las generaciones que me siguen, esta bonita tradición, como a mí me la enseñaron mi padre y hermanos.

Ya vamos por la cuarta generación y aquí, “Los Mochas” seguimos todos juntos, cada Jueves Santo.

Durante la procesión, recuerdo, como los vecinos de las calles del recorrido, nos abrían las puertas de su casa, para ofrecernos café calentito y magdalenas, lo que siempre agradecíamos enormemente.

A mi mente vienen recuerdos de diferentes hermanos, cofrades. Como no recordar a Alonso “Gurrinita”.

Cuantos años se encargó él de que no les faltase de nada a las Mantillas -“¡Niña!, ¿os hace falta agua?, ¿queréis un chicle?”

Y al llegar a la puerta de Tolico, nuestra tradicional foto con las mantillas. ¡Qué ancho se ponía él, en medio de todas!

Y Antonia la "Topeta", ¿quién no la recuerda llevando el estandarte cada año, con todos sus niños alrededor?.

Cuando llegábamos a la calle la Cruz, mi madre ya tenía preparada la mesa, para que después del recorrido, las mantillas, pudieran comer algo. Corriendo nos incorporábamos de nuevo a la procesión.

-“¡Venga, ya solo nos queda el último tirón!”

 

Se hizo lágrimas la noche

Al ver tu cara serena

Atravesada de pena

Sin elevar un reproche

Las velas en su derroche

Van consumiendo su vida

Yo en ellas estoy prendida

Esperanza es tu amparo

Amparo de desamparo

En tu rostro estoy perdida.

Mi voz se quiebra en la noche

Al ver tu cuerpo vencido

En esa cruz malherido

No sabe ponerle un broche

La saeta no es un derroche

Es expresión de dolor

Es un canto al Redentor

Y al no cantar yo te rezo

Te canto con este verso

En el que llevas mi amor

 

Tras subir y bajar la calle Harina llegaba ese final que no queríamos que mocurriera. –“¡Hasta el año que viene, si Dios quiere!” susurraban antes de llegar a la plaza. El paso lento de nuestros titulares se acerca al dintel de la puerta de la iglesia. Cada momento es sobrecogedor, cada persona con sus recuerdos, cada hermano con sus anhelos, pensando en aquellos seres queridos que ya no están, pero que nos acompañan cada Jueves Santo.

Cruz, Esperanza y mantilla, símbolos que no se pueden perder, que me han acompañado a lo largo de mi vida, ¿qué más puedo pedir? Me siento afortunada. Concededme, Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y María Santísima de la Esperanza poder seguir sirviéndoos y guiando a los míos en esta bendita tradición. Ayudadme y dadme la fuerza necesaria para no fallaros

 

MAÑANA DE JESUS

 ¿Quién llama?

-Los hermanos de Jesús Nazareno.

¿Qué queréis?

Honrar a nuestro sagrado Titular

Santo y seña…

Jesús murió y resucitó por nosotros.

¡Abrir la puerta!

(MÚSICA)

 

El día grande de mi casa, se prolonga desde el Jueves Santo hasta el mediodía del viernes.

Desde niña la mañana de Jesús fue muy importante en mi casa. Mi madre, nazarena de corazón, se le llenaba la boca e inundaban los ojos, cuando hablaba de su Jesús.

No importaba la edad que tuviese ni a la hora que me acostase, la salida de Jesús no se podía perder. Así que desde bien temprano, ahí estábamos, en la plaza, en primera fila, para verlo salir.

Salida inigualable, con esa emoción que te invade el corazón, cuando escuchas la banda tocar, y al mismo son va apareciendo, junto al sol, como si fuese saliendo por sus propios pies.

¡Qué afortunada y agradecida me siento, cada mañana del viernes Santo, al verte salir!

 

Al casarme tuve la suerte de seguir la misma tradición que en mi casa, siendo Curro “jesuista”, seguimos también, cada mañana del Viernes Santo, con mis niñas, de nazarenas.

 Que orgullosa debe de sentirse mi madre, porque aun siguiendo fieles al Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de la Esperanza, la mayoría de nietos y bisnietos se visten, hoy también, de túnicas Nazarenas.

Culminamos la salida de Jesús, con ahora ya, nuestro tradicional desayuno nazareno, junto a mis hermanas y sobrinas, en casa de mi Rosi. Para desde allí podernos asomar al balcón, verte pasar, Jesús Nazareno, mirarte cara a cara y agradecerte un año más poder disfrutar de tu presencia en familia

 

DOLORES SALIDA – SALVE

 

Ha roto el amanecer

Con flores y mantillas

Ángeles a sus costados

Bordan encajes con la brisa.

Apacible el horizonte

Te saluda en pleno día

Cuando con pasos tranquilos

Hacia la calle caminas.

Buscando el pueblo sereno

Desde tu casa bendita

Donde te espera tu Hijo

Con su paciencia infinita

Que entre cuentas dolorosas

Se le esté yendo la vida.

La mañana os mirará

Entre brumas encendidas

Quiere saber qué os contáis

Al son de la seguiriyas

Que salen de las gargantas

Encendiendo las pupilas

Mientras el palio al compás

de tus doradas bambalinas

me deja entre ver dos rostros

por la pena consumida.

Un año más frente a frente

Un año más que se miran

En un amanecer tranquilo

Entre luces de agonía

Dolorosa que eres la reina

Eres la luz de nuestras vidas

Eres la aurora, nuestro sol

Eres la gracia concebida.

Dolores bajo tu pena

Dolorosa travesía

Cuando suenen las campanas

Volverá a ti la alegría

Lucero del viernes santo

Madre de la infancia mía

Vuestras miradas se funden

En esta mañana fría

Un año más que mi pueblo

se esconde por las esquinas

llorando su amarga pena

al contemplaros Pasión divina

Un año más que al miraros

Vuelvo a ser de nuevo niña.

Como decía un sabio pregonero de Sevilla:

-Despójate de todo lo que tengas y abre de par en par las puertas y balcones de tu casa.

Si no eres capaz de ayudar, de aprender a perdonar, eres simplemente un fantasma vestido de penitente, protagonista de una farsa.

Vamos a aprender de errores, que para ser un buen “serrano” solo hay que ser buen cristiano y aquí los hay a montones.

 

Noche del Viernes santo, noche de meditación, noche solemne, cerrada, noche de duelo.

En las calles de mi pueblo van surgiendo capas blancas en señal de devoción.

El silencio se funde con el fervor, muerte y pasión entrelazados, mientras los hermanos en las calles con tímidos cirios iluminan la procesión.

Con encajes de Pasión

Se está vistiendo mi villa

Encajes de blonda negra,

Chantillí, fina mantilla,

Que se ciñe sobre el rostro

De su belleza sencilla

Soledad es una mujer

Que todo aquel que la mira

Queda prendido en sus redes

Y se rinde de por vida

Soledad viste de negro

Por amor y cortesía

Hacia el Hombre Dios que muere

Por nuestra gran villanía

Soledad es bella mujer

Que viste de forma sencilla

En noche de primavera

Toda su gracia infinita

Su dulzura, su prestancia,

Salero y categoría

Con encajes de pasión

Viste cada año mi villa.

María en su Soledad camina con respeto y serena esperanza, los ausentes se sienten presentes en cada lágrima que María derrama.

Fundidos todos en negro luto con el sordo tañer de las campanas, hermanos y hermanas cofrades la acompañan, con un mudo sentimiento de desolación.

En el Santo Entierro la procesión se tejen con hilos de respeto, de culto, de silencio, de hermanos con rostros cubiertos en el negro de la noche, escondidos, cobijados con la sombra del dolor, caminan con paso decidido.

Es Semana Santa en esencia pura, la pasión, la muerte, la esperanza. Es nuestro Santo Entierro de Cristo, que cierra nuestra Semana Santa.

En el trasfondo de la Semana Santa en la que con devoción y solemnidad hemos conmemorado la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, emerge un luminoso domingo de resurrección en nuestro bonito pueblo.

 

Con la convicción de que esta historia que conmemoramos cada año no podía concluir en la oscuridad del Viernes Santo, nos sumergimos en la esperanza que Él mismo nos prometió: resucitar al tercer día.

Es en este día radiante y lleno de significado que desplegamos la presencia misma de Jesucristo por nuestras calles, portado en custodia, bajo un palio que otorga solemnidad a la ocasión. El pueblo, representado en su plenitud por todas las hermandades, se congrega en un acto de comunión y fervor. Estandartes llevados con elegancia, directivos que acompañan la procesión, y cada alma dispuesta se une para celebrar con júbilo la resurrección, proclamando que este renacer es el regalo supremo que nos brinda la fe.

Nuestro querido Jesucristo, más vivo que nunca, avanza entre las calles de Sierra de Yeguas, testigo de la devoción palpable en cada paso. En esta jornada radiante, nos sumergimos en un ambiente de alegría contagiosa, impregnado de la solemnidad que merece tan sublime momento. Vestidos con nuestras mejores galas, en nuestras acogedoras casas de hermandad, compartimos risas y vínculos fraternales.

Sierra de Yeguas es un pueblo de tradiciones arraigadas, quizás no seamos maestros en muchas cosas, pero lo que sí sabemos hacer a la perfección es celebrar. Celebramos con entusiasmo desbordante que nuestra amada Semana Santa ha llegado a su fin de la manera más grandiosa, con la resurrección triunfal de Jesucristo. En cada rincón, el eco de nuestra alegría resuena, recordándonos que la luz ha vencido a la oscuridad, y la esperanza ha florecido con renovada fuerza en nuestro corazón.

 

 

miércoles, 14 de febrero de 2024

Canal de Whatsapp

  


Nuestra hermandad ha estrenado recientemente el nuevo canal de Whatsapp, otro medio de comunicación disponible para todos aquellos que deseen recibir informaciones y noticias de nuestra Corporación.

 

Para acceder al canal, hay que seguir los siguientes pasos:

1.- Cliquea el siguiente enlace desde tu móvil: Invitación al canal de WhatsApp.

              https://whatsapp.com/channel/0029VaJpMPA4inoosTZffm1p

2.- A continuación, hay que darle a “Seguir“.

 

En caso de no poder acceder al canal, hay que actualizar la aplicación a la última versión. Y para recibir puntualmente las notificaciones, es conveniente activar la “campanita” que aparece en esta nueva aplicación de la plataforma de mensajería instantánea.

Indicar que este medio es solo un canal de difusión donde nadie puede escribir salvo los administradores, así se causan menos molestias a los usuarios.

Invitando a todas las personas ya sean hermanos o simpatizante de nuestra hermandad a participar de este canal, por lo que os pedimos que lo difundáis para que llegue al máximo de gente posible.

Lo que informa vuestra Junta de Gobierno siempre a vuestra disposición.

 

Comunicado a los Hermanos Actos de Cuaresma 2.024

 

 Reu 

jueves, 8 de febrero de 2024

Anuncio - Vuelven los Jueves de Humildad

 


Anuncio - Jueves de Cuaresma Jueves de Humildad


Ya se acerca la Cuaresma, y vuelven una vez más los

 Jueves de Humildad

donde todos los cofrades de nuestra localidad y aquellos que se quieran acercar desde otras localidades, puedan tener un lugar de encuentro para sus tertulias, la noche de los Jueves de Cuaresma en nuestra casa de Hermandad.

Siendo así, la casa hermandad se abrirá para dicho cometido los Jueves 15, 22 y 29 de Febrero, 7, 14, y 21 de Marzo.

Allí, os esperamos, es una forma además de recibir donativos de los asistente para poder financiar los gastos de la hermandad que tan necesarios es para poder conseguir nuestros fines, siendo el principal de ellos el jueves, nuestro Jueves Santo.