viernes, 20 de marzo de 2009

Pregón Semana Santa Sierra de Yeguas 2.009



Pregón Semana Santa Sierra de Yeguas 2.009

Este pregón fue presentado por la Hermandad del Santísimo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad, por su hermana Dña. Puri Segovia Almohalla, en la Parroquia Inmaculada Concepción de nuestra localidad.

Buenas noches a todos.
Si me lo permiten, me gustaría agradecer la presentación tan magistral y de la que no me siento de ninguna forma merecedora, que acaba de mostramos, un cofrade de a pie y por supuesto de corazón, con el que he tenido la suerte de compartir andanzas teatrales.
¡Gracias Juan Enrique!


Me entregas un testigo importante. Para mí, este acto ha sido un verdadero reto, pues mi reconocimiento y admiración quedan vigentes con cada pregón que he presenciado.

Cada año la persona que ocupa en el día de hoy este lugar consigue casi sin iniciar su intervención, que afloren mis emociones, y que sienta sus vivencias como parte de las mías.

Espero amigo Juan Enrique, y amigos todos que nuestros sagrados titulares me ayuden, me inspiren y me alienten para que mi pregón sea de la aprobación de todos los aquí presentes, sea lo que Dios quiera.

Señor Párroco, autoridades, hermanos mayores, cofrades de nuestras hermandades, querida familia amigos y amigas: resulta tan grato, estar aquí, tan reconfortante, que no puedo comenzar mi pregón sin agradecer, con mayúsculas, a mi Hermandad el regalo más grande que me podían hacer. Ser el hilo conductor y humilde anunciadora de lo que pronto nos va a acontecer: NUESTRA SEMANA SANTA


He pensado muchas veces, sobre qué basaría yo, un mensaje tan especial, qué me gustaría transmitiros.

Aún más, cuando mis anteriores pregoneros y pregoneras han dejado una gran huella en mí, cada uno de ellos con sus encantos, experiencias, y grandes dotes comunicativas, nos hicieron llegar la noticia de que Sierra de Yeguas, vuelve de nuevo a tornarse cofrade, y apasionadamente fervorosa.

Después de mucho meditar, decidí que como fiel seguidora de nuestras tradiciones en Semana Santa,  como parte de la junta de gobierno de mi hermandad, me gustaría contaros a través de algunas experiencias personales, mi trayectoria cofrade y compartir con muchos de los que hoy estáis aquí, la emocionante aventura, y el orgullo de ver crecer día a día,  una hermandad y enriquecerse espiritualmente hablando.


Y aquí comienza mi historia….


Mis padres como todos o casi todos, sabéis, no son de aquí, su Semana Santa quedó entre bellos recuerdos y dos encantadores pueblos que los vieron crecer: Villanueva del Trabuco y Archidona, pero pronto quedaron maravillados por las tradiciones de esta bonita villa y como no, de su Semana Mayor.

Ellos se sentían hermanos del Señor de la Humildad de Archidona, cofrades y ciegos enamorados de todo lo que a procesiones se refiere. Mi padre formaba parte de una banda de música en Archidona afición que heredamos pues nos encanta oír cualquier toque de corneta y tambores incluso mi hermano perteneció a la banda de músicos que se formó en el pueblo. Según recuerda mi madre, y antes de conocerla, estudió cinco años en el seminario de Málaga. Ellos, tanto uno como otro, siempre nos han iniciado y educado en el sentir cristiano. Una frase significativa en ellos es:
“El Santísimo es lo primero, al entrar en la Iglesia, sin El no hay sentido, ni amanecer ni anochecer”

Y abro aquí un paréntesis para reconocer y agradecer la labor realizada con el cariño que a él, mi padre, le ha caracterizado, como ayudante, en nuestra parroquia.

Tu aportación, saber estar, humildad y experiencia quedarán plasmadas siempre en este sagrado lugar, y no lo digo como hija, hablo por mucha gente que me lo han hecho saber. Gracias por todo a los dos, gracias por enseñarme a ser mejor cristiana y más cofrade. Gracias mamá y papá.


Retomando el recuerdo de mis vivencias me cuenta mi madre que recién llegada al pueblo, se quedó encerrada junto a otra mujer en la iglesia que hoy nos acoge, me contó que durante esos momentos y observando con admiración nuestras imágenes se detuvo ante nuestro padre Jesús de la Humildad, y ese fue el comienzo de una relación de admiración que sigue viva hasta hoy y se extiende a todos mis hermanos.

Nací, en Sierra de Yeguas y crecí sin identificarme por hermandad alguna, mis padres esperaron a que me decidiese, y un año  al acabar la Semana Santa, le dije a mi madre.  -Quiero ser de la mamá que va solita el viernes por la noche-.

Recuerdo que mi Virgen y mi Cristo iban, y hablo en pasado, no solos, pero con mucha menos gente que ahora. Tuvieron su etapa de procesionar sobre ruedas y tuve el honor de presenciar el avance de sus tronos incorporándoles varales. Y convencida estoy ahora, de que ya no irás más sola, madre mía.

Así fui creciendo, no hubo más que pensar, desde aquel momento, sigo prendada de sus encantos, respondiendo a mis porqués con solo mirarla a los ojos y haciendo lo que buenamente puedo, cosa que nunca, nunca me parece suficiente.

Y es que cuando te interesas la primeara vez por una hermandad, nunca te imaginas que tu involucración vaya a ser plena, pides túnica y bandera pues mi sueño no era otro que bajar la calle con mi capa blanca al viento y la ilusión colgada del brazo.

Pasan los años, todo cambia, tu tiempo libre en vísperas y aún más en Semana Santa se acorta, todo, es más intenso, porque hay que ultimar detalles, como el reparto de túnicas, ¡que bella labor!. En mi casa están las de mis hermanos, en su armario, esperan expectantes, en la sombra, en un rincón con ese peculiar olor aromas de naftalina, nuevamente lavandas y secadas al sol.

Cuando ves el revuelo de las túnicas de tu hermandad, la de los veteranos y las nuevas por estrenar, quedas fascinada, pues aun siendo todas de un mismo color, el negro va demostrando, en su deterioro el paso del tiempo imparable, solo semejante con el honor de un galón. Y este color se apaga con la vida de nuestros antepasados por que así debe ser, señales del paso de nuestros mayores, senda experta que tenemos el deber de mantener.

Todos los colores en nuestras hermandades nos simbolizan bellos trazos de pasión. Color negro de silencio, negro también de dolor. Luz y pureza del blanco sufrimiento del morado y verde esperanzador.

Todo tiene su misterio, siempre es lo mismo que el año anterior, pero la ilusión, se estrena y se renueva en cada ocasión.

Como en el arreglo de tronos, tú quieres ayudar y aprendes, porque te enseñan. Aprendes que si quieres puedes, si no hay tiempo se inventa y la recompensa viene impregnada de un olor especial.

El día que se adornan los tronos y se abren las puertas de la iglesia mí me invade una sensación de labor bien hecha. Parece mentira…. Tras el trajín en apariencia desordenado de flores, escaleras, y gente de aquí para allá, la iglesia amanece invadida de una perfecta armonía. Huele a nardos, alelí, rosa y clavel.

Momentos previos a la salida procesional, el aroma floral se mezcla con el incienso cofrade y la cera recién prendida, preludio de lo que se acerca, ya no hay vuelta atrás llegó la tan esperada salida.

Calle Oliva, ilusión de ver a los hermanos enterristas puntuales en su cita, momentos inolvidables previos al pasacalle. Ese cafelito en casa de Dolores, mi madre, tradición que ella impuso, generosa como siempre, su casa se llena de hermanos y es que ella, así lo quiere.

-         Que todo os salga bien – nos dice – y que vengáis el año que viene.-

Mi atuendo de mantilla me espera, aunque haya amenaza de lluvia, yo me visto confiada, no hay duda que valga, sí que salimos, me repito, así será.

Y si no hay procesión, si el tiempo nos lo impidiera, no hay problema, el año que viene saldrá. Porque más allá de la procesión, de su lucimiento por la calles. Existe un trabajo, en equipo, un trabajo que para los ojos de la mayoría es invisible. Un cúmulo a lo largo del año, de horas robadas a los amigos  y a la familia. Acto incomprensible a veces para los que están más cerca de nosotros.

Formar parte de una hermandad, para mí, antes era requerir de tu tiempo casi al cien por cien. Digo casi y no al completo, por que como humanos que somos, a veces, flaqueamos, cuando ellos sólo nos necesitan en momentos puntuales de nuestras vidas.

Un año en previos preparativos y días antes de Semana Santa me disponía a limpiar las tulipas que adornan el torno de la Virgen.

Predispuesta a mi labor, pero con prisas, eran muchas las cosas que tenía que hacer, el tiempo volaba y yo quería acabar,  llegué a mi casa y mi madre me decía otro año más, trae las tulipas aquí que te ayudo, fui rápido a abrir la puerta de la casa hermandad y no pude, la llave se negaba, a abrir la puerta, bajé a la iglesia a escape y una compañera que vestía la Virgen, me dio un juego de llaves yo quise decirle lo que ella me corroboró también, nuestra falta de tiempo y el cansancio que a veces te puede.. Pero coincidimos en algo positivo, si estamos aquí, si nuestra hermandad nos llama y podemos, es sinónimo de privilegio. Subí de nuevo más animada, la puerta abrió a la primera, encontré  las tulipas al momento y empecé a desenvolverlas con la esperanza de que no tuvieran mucha cera. Cual sería mi sorpresa al ver que una a una estaban intactas, una limpia, otra y otra, alguna con cera casi inexistente, me quedé paralizada,  mire la imagen de mis titulares en un cuadro que parecían decirme, tranquila, no te alarmes, el año pasado no ardieron las velas….. No hubo procesión, la lluvia lo impidió.

Aprendí la lección que dos buenos profesores, me dieron:

Una hermandad es más que cuatro ratos a contra reloj, es, SI, estar agobiada a veces, pero por que quieras, porque siempre hay ayuda, solo tienes que estar no casi, al cien por cien en disposición y compañerismo.

Hay un hecho en Sierra de Yeguas que llega más allá de lo anecdótico, un acto que brota de forma natural, la procesión infantil, pero quisiera que reflexionásemos sobre este gesto, pues para lo bueno y para lo malo, nosotros los aquí presentes somos motivación y ejemplo para esos futuros cofrades.

Y ahora quisiera transportaros a esos días que a se acercan, a través de mis sentidos y es que cada salida es  peculiar con sólo oírla, cada marcha procesional, cada indicación del capataz, pertenece sin duda a una imagen en particular. Eso mismo puede sentir alguien que no esté presente a través de un teléfono, y decir ese es mi señor o mi Virgen, o si vas debajo del trono por promesa, esas son las sensaciones que te quedan,  y por supuesto si alguien no está entre nosotros, desde el cielo tiene palco de honor, porque estoy segura que todas estas emociones con nuestros sentidos íntegros, se lo hacemos llegar con la fuerza del corazón.


Todo comienza con un gesto.


Cuando se levanta el trono de la pollinica, ya es Semana Santa.

La palmera del decorado empieza a moverse, y allá va Jesús rodeado de niños, entrando en Jerusalén, alegre y confiado, entre improvisados hebreros, y padres que organizan el recorrido con la mejor voluntad, es la procesión donde unos van cubriendo el rostro y otros muestran su sonrisa bajo la luz del sol. Es la procesión de los niños, pero también la de los mayores que queremos ser niños por encima de todo, nuestro torno de Jesús de la bondad discurre tan radiante que no podemos creer que después venga lo que tiene que venir. Es la escenografía de la gloria del domingo de palma, que se tornará dramática en la pasión muerte y bendita resurrección de nuestro Salvador Jesucristo.

Ya está aquí el Domingo de Ramos.
Parece que fue ayer ¡Quién lo diría!
Ya volvemos a oír su dulce melodía,
Nuestro Jesús de la Bondad
sale del Templo, ¡menuda algarabía!
Entraste triunfal a Jerusalén
a lomos de un pollino ¿Recuerdas aquél día?
Tú eras consciente de que, traición,
látigo y muerte acecharían.
Dejaste que la multitud te alentara.
Con tu presencia calmada,
inspirabas en los niños fé, amor, sabiduría.
Bendícenos con tu mano,
no nos prives nunca de tu compañía.
Falta muy poco, ya noto su cercanía,
ya está aquí el Domingo de Ramos.
¡Dios mío! Quien lo diría…


Procesión del Martes Santo. Son ya las 11 de la noche y en mi casa hermandad la asamblea general se prolonga, son muchos temas a tratar: sorteo de mangas, talla de hermanos y aunque directamente no me atañe, siempre hay algo que aportar para que todo salga bien. Al terminar la reunión intento asistir a la procesión de las mujeres, esfuerzo algunas veces vano porque el pueblo queda a oscuras. Si ya se ha acabado sólo quiero saber si iban muchas mujeres, si han cantado saetas…

Se repite la procesión el miércoles santo a la misma hora, pero son los hombre los partícipes, mi labor ya pasa a estar en la iglesia, junto a los tronos y cuando la procesión se recoge, todos los que allí estamos, ayudamos en silencio, y con las luces del nicho apagadas en señal de respeto.


Y sin darnos cuenta llega el Jueves Santo, día emblemático para mí. Mis padres  hermanos acompañan a Jesús de la Humildad y mi hijo al Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de la Esperanza, de alguna forma mi corazón cofrade se parte en los trozos que haga falta, me emociono especialmente y me dejo llevar por un cúmulo muy grande de sentimientos.
Murmullo de gentes, primeros toques de campana y por fin asoman los varales.

Humildad
Por ser humilde, ¿Te coronan de espinas?
Por predicar con la verdad ¿Se mofan de tí?
¿Por atraer a las masas con inmenso amor
Entre risas y burlas….
te nombran rey de los judíos?
Por ser tan grande, Padre mío,
perdonas y soportas las críticas injustificadas
con la elegancia de un rey,
y la sencillez de un mendigo.
Por ser hijo obediente
y obligado salvador del mundo,
aceptas el cáliz amargo que tu Padre te ofrece,
soportas golpes, insultos
y en el culmen ya insoportable,
soportas tu injusto juicio
y para continuar con tu suplicio,
la muerte te espera, ¿Puede haber más martirio?
No hay más, no sufras más.
Y en ese cómico nombramiento que te hicieron,
sí Padre, cuando te recompensaron
con tu corona y tu cetro,
en ese momento desgarrador de tu cuenta atrás,
estabas sólo, sólo sin remedio.
Pero desde hace mucho tiempo
por las calles de mi pueblo,
mi Humildad no va solo,
que lo sigue el pueblo entero,
y nosotros que lo veamos, alabemos y arropemos,
que ya no sufre nuestro padre,
que ya se alegra de vernos,
por que en el Jueves Santo señores
no se puede ser más bueno
y procesionar por las calles de mi pueblo,
la alegría de ser con mayúsculas:
¡Rey de serranos y forasteros!

Llego el momento, y en la noche inerte
muestras tu cabeza adormecida
en el sueño sin sueño de la muerte.
A calvario suena tu nombre,
Cristo de la Vera Cruz,
los faroles en tu trono son tu norte y tu guía,
y para nosotros padres
razón de ser en nuestras vidas.
Maldita mano asesina que tu muerte sentenció,
maldita hora, maldita lanza que te atravesó,
No querías más testigos,
¿Sentirse observado? No.
Padre Santo, agonizaste,
sólo tu madre te consoló.
Y es que la llevas al lado,
hasta el aire huele a dolor,
¡qué pena! Que a mi Esperanza
se le rompe el corazón,
amargo fin para un hijo, acabar crucificado
como si fuera un ladrón.
¡Ay! Cristo de la Vera Cruz,
no padezcas, no sufras más tú,
si al final es tu Esperanza,
¿puede haber mayor virtud?
La que te mima y consuela
y en la noche del Jueves Santo,
por Sierra de Yeguas pasea
la esperanza en su regazo
y en la resurrección una luz.


Amanece el Viernes Santo y con él los sones de las cornetas y tambores, a todos nos invade el sueño, son muy pocos días de pasión y queremos saborear cada instante. Por supuesto nazarenos y dolorosos vestidos con su túnica ya están dispuestos para realizar su itinerario. Nos mueve el mismo resorte y nos levantamos predispuestos, no hay cansancio que valga, cornetas tambores, sonidos de ruiseñores, y en la puerta del templo, se repiten los tan esperados golpes.

Bien temprano llaman a tu casa
para sacarte en procesión,
de padres a hijos de hijos a nietos,
lo tuyo es pura tradición.
La luz que el sol nos regala el Viernes Santo
es distinta a todos los viernes del año,
no puede ser de otraforma,
es Nuestro Padre Jesús, el de los serranos,
la plaza es todo un clamor,
al sacarte tus hermanos de rodillas,
con devoción.
Para ellos, es un honor, un verdadero halago,
si El por nosotros pudo con todo
por mi Jesús, ¡lo que sea hago!
Pesada cruz la tuya, fatídica carga,
para el que vino a liberarnos,
y para acabar con esta sin razón
elevas tu rostro al cielo suplicando
una respuesta a tanta desolación.
Al alma me llega, tu paso sereno,
tu presencia de aparente calma.
Bien temprano llaman…
a la casad e nuestro padre Jesús Nazareno.

Y detrás de los sufridos pasos de su hijo viene Ella, nuestra señora de los Dolores. Ya lo dice su nombre, es dolor toda su persona, su ser entero, su rostro de pena lleno. Es inconfundible su majestuosa salida, difícil maniobra, mientras los hermanos guardan silencio, el capataz llena con su voz la salida del templo.

Con cuidado capataz,
llevarla con mucho tiento,
que tenéis en vuestros hombros,
a la reina de los cielos.
En su triste caminar ella busca con desvelo,
una mano que le ayude,
a soportar tanta desgracia,
pide a voces un consuelo.
Y una centena de hombres
responden a ese llamamiento
y la mecen tan despacio
que las bambalinas del palio
parecen quitarle la pena,
bailando al compás sereno.
Con cuidado capataz
subirla hasta el mismo cielo,
con cuidado capataz
llevarla con mucho esmero.

Llegó la muerte.
Las calles se llenan de recogimiento y sobriedad, momento amargo y en la oscuridad, se abre paso Jesús yacente y detrás su madre en soledad.

La noche cae cubierta de negro velo,
estrellas y lunas juntas, vestidas están de duelo,
toque de difunto,
para el que de vida entregada estaba lleno.
Silencio en la plaza, en nuestras almas silencio,
por que podemos hablar en distintas lenguas
pero todos hablamos el mismo silencio.
Ya no hay vuelta atrás, todo está consumando,
y en esa espiral de dolor, María sigue a su lado,
incondicional como siempre, soledad en su
cuerpo, en su trono soberano,
soledad desesperación,
pañuelo de lágrimas en sus manos.
Y ahora ¿qué? Madre dime
¿Con qué te has quedado?
Con una cruz vacía a tus espaldas
y un sudario en recuerdo
del hijo que te han arrebatado.

Semana Santa en  mi pueblo, días de pasión y gloria, penitencia y encuentros. Celebración entre hermanos el Domingo de Resurrección, todo es importante, todo tiene su valor, pero lo más trascendental en una hermandad es el legado que tenemos, de generación en generación.

Más allá de las propias imágenes, debe quedar, sobre todo lo que éstas representan, que es, lo verdaderamente importante y hacer que las cofradías permanezcan vivas aunque el envoltorio exterior desaparezca, se destruya, arda en el fuego o simplemente no puedan hacer sus actos procesionales en ocasiones. En resumen lo importante es el contenido y si nuestra devoción goza de buena salud.

La Semana Santa durará para siempre, ese tiene que ser siempre nuestro cometido.
Que así sea. Muchas Gracias.
  


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