Pregón Semana Santa Sierra de Yeguas 2.010
Este pregón fue organizado y presentado por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, tuvo el honor de realizarlo nuestro hermano cofrade D. José Antonio Ruiz Lopez, en la Parroquia Inmaculada Concepción de
nuestra localidad, el día 6 de Marzo de 2.010.
A mi familia, mis hermanos y amigos cofrades,
por todo el calor recibido
y por tantos momentos compartidos.
Entrada.
Gracias Puri, por la presentación. Creo que quizás no la merezca, tus
cálidas palabras nacen de los sentimientos y momentos que hemos compartido por
esa hermosa afición que nos une, el teatro, no tengo palabras de agradecimiento
para una persona como tú, por tu manera expresarte y de decir las cosas.
Salutación y dedicatoria.
Aquí me tienen:
Recién entrado marzo, inseguro y abrumado por encontrarme ante todos
vosotros, que sois, Semana Santa vivía, con el temor de no haceros llegar nada
que no sepáis, e más, debería ser yo, el que tendría que bajarme de aquí y
aprender de vuestras experiencias, por que sois vosotros los que habéis vivido
más que yo, y los que deberíais de explicarme a mí, que es la Semana Santa de
Sierra de Yeguas.
He de estar agradecido a la junta de gobierno de mi hermandad, por
haberme propuesto como pregonero de esta Semana Santa. Y la verdad sea dicha,
el día que los vi llegar a mi casa, tan serios, no imaginaba lo que estaban a
punto de proponerme, les dije que sí, en ese mismo momento, pero…. después,
pensando me dije: ¡Dios mío! En el lío que me he metido, y esa preocupación fue
cambiando poco a poco en un sentimiento que hoy es un orgullo y una gran
satisfacción el haber aceptado su propuesta.
Mi gratitud también a vosotros:
Señor párroco, autoridades, Hermanos Mayores y directivos, amigos y
familiares que habéis tenido a bien de venir a escucharme.
Y os ruego, me permitáis, dedique este pregón , el primero y quizás el
único de mi vida a mi familia y en especia a mis padres, con la certeza de que
están siendo mudos testigos desde la otra vida.
Por razones de mi profesión, como todos sabéis, he tenido la enorme suerte
de poder trabajar en todas las hermandades y compartir cálidos momentos, con
esas personas que dan su tiempo y su trabajo, desinteresadamente, por su
hermandad a lo largo de todo el año, no sólo en las ocasiones de mayor
lucimiento durante las procesiones, sino también en un trabajo silencioso y anónimo en mil y un problemas
que una hermandad tiene que resolver a lo largo de todo el año. Trabajos dichos
se a de paso, que no se apuntan en ningún libro, ni es grabado por ningún video
comunitario, sin embargo, es donde a veces he visto mayor colaboración y
hermanamiento entre personas de muy distintas edades, y posiciones sociales. A
todos ellos también quiero dedicarles este cúmulo de pensamientos, reflexiones
y sentimientos que a continuación me dispongo a contaros.
Sentimientos:
¡Ya estamos en
Semana Santa!
Una frase que a todos nos llega a trasmitir “algo” en el corazón y más, cuando en mis primeros
años la escuchaba pensando en lo que todos, de niño hemos sentido: …. Que si la
anda que traen, que si las túnicas. ¡No la tengo todavía! que si mis santo es
el mejor… Hasta que llega el día…
Me vestía mi madre,
… Madre, al escribir esta palabra, me paré durante unos segundos. Se me
hizo muy grande cada una de sus cinco letras recordando aquellos momentos.
Despues, iría cogido de la mano de mi padre,
…Padre, sabía, que me tocaría nombrarlo después, y estuve lo mismo.
Recordando cuantas cosas hace ese nombre por sus hijos sin nada a cambio.
Gracias mama y papa, os tenia que nombraros por este día tan emotivo
para mí.
Entonces, él me dejaba en la fila a una edad en la que aún ignoraba la
enorme dimensión y el pleno significado de los acontecimientos que se
desarrollaban durante esas fechas, solo que quedaba admirado por el
aspecto más deslumbrante y exterior del
momento:
Las bandas de música, hombres cantando de una manera inusual, personas
llorando al ver de pasar las imágenes o cuando se volvía el paso a una persona
enferma sin comprender el porqué, de muchos de esos gestos.
… Pero pasa el tiempo…
Se hace uno mayor y va cayendo en la cuenta de los años que ha vivido,
de todas las veces que salía de la casa de mis padres para la procesión, de
todos los momentos compartidos con amigos y familiares, de todas las emociones
guardadas junto a pequeños recuerdos.
Ahora salgo de mi casa acompañando a dos nuevos hermanos pequeños, y me
dejo parar un poco y ellos se adelantan, y los veo como caminan diligentes
hacia nuestra casa hermandad….. Y revivo la ilusión con la que disfrutaba de
niño.
Los dejo a ellos en la fila igual que me dejaba a mí, mi padre.
Y llega el momento más esperado por todos mis hermanos: Procesionar a mi Sagrado Titular.
Voces en la iglesia, nervios a flor de piel, tensión en los gestos y
concentración, para que en esos primeros movimientos no cometamos errores,
todos dependemos de todos y sobre nosotros se palpa la fuerza contenida del
mayor responsable en esos instantes , nuestro hermano:
El mayordomo de paso.
Me coloco el antifaz que me hace sentir una persona invisible a los ojos
de los demás, porque cuando te colocas el antifaz ves otro mundo, ves personas
sonrientes, personas llorando por la emoción contenida pidiendo por
dificultades que atraviesan en sus vidas, ves el saetero cantando con un
sentimiento que algunos no comprendemos en ese momento pues nuestra atención
como portadores de trono esta fijada en otros deberes y permanezco como
espectador, callado y anónimo.
Miro hacia el lado y veo a un joven hermano que coge por primera vez el
paso, en relevo de su padre que es de esta hermandad. Me provoca una sensación
de alegría y me hace pensar que el peso de la tradición comienza a llevarlos
hombros con esperanza de futuro.
O como ese hermano que esta junto a mí en el varal y todos los años se
escapa unos instantes para nunca perderse la salida del paso del Cristo, y
cuando le pregunté porque es tan fiel al mismo gesto año tras año, con solo
cinco palabras me explico muchas cosas.
Mi abuelo era del Cristo.
Ahora sé que en honor a su memoria, el lo ve salir todos los años y me
doy cuenta, de que , ahí, ¡ahí! en ese gesto, existe un sentimiento de
hermandad.
Acercándose ya e final de la procesión, dos frases sentencian el cierre
de nuestro paso, una sale siemmpreo por boca de nuestro capataz para animarnos
a último esfuezo cuando tras varias horas de proecesion el cansancio comienza a
apoderarse de nuestros cuerpos:
¡Vamos señores!, ¡ya nos queda poco!
…. y la otra, más que una frase, es murmullo, expresando un sentimiento
entremezclado de satisfacción y tristeza: “otro años más”.
Pero esto es parte de mi propia experiencia, la Semana Santa que vivimos
todos comienza el Domingo de Ramos con la salida triunfal de Jesús de la
Bondad.
Su mismo nombre lo dice, con que gran bondad entraste en Jerusalén hacia
su gente, te recibieron como un rey, entre vítores y palmas y ramos de olivos,
con la misma ilusión que los niños te acompañan el Domingo de Ramos por las calles, y es que a veces para
comprenderte deberíamos mirarte con los ojos de un niño, despojados de todo los
prejuicios y complejos materiales, iba humilde y a su vez lleno de alegría,
como esperamos todos nosotros ese Domingo de Ramos, anunciación de nuestra
Semana Santa.
Que comienza a exteriorizarse el Martes y Miércoles Santo con una
manifestación pública de Fe y penitencia por las calles de nuestro pueblo, en
una procesión llena de sencillez. A su vez nos inicia a cada uno de nosotros en
un viaje interior que nos llevará a vivir la pasión y muerte de Cristo.
Ese acompañamiento comienza a surgir el Jueves Santo por la noche.
El pueblo te espera y tus hermanos te seguimos. Sin embargo tú, pareces
ausente, solo, ensimismado en el cúmulo de hechos que ate han sucedido, al que
nosotros permanecemos ajenos. Tu mano refleja el cansancio y el abatimiento por
el abandono de los tuyos, ¡hasta Pedro!, ¡tú discípulo más querido!, te ha
negado tres veces. Jesús, tu que eres el rey de reyes te encuentras ahí, solo,
despojado incluso de tus vestiduras, como el más humilde de entre todos los
hombres. Pero nosotros en silencio y con orgullo te portamos compartiendo ese
momento de soledad y angustia antes de tu crucifixión, intentando llevarte con
la mayor humildad posible para que tu situación sea la mas corta espera de
dolor.
Se cierra la noche, las luces se apagan y sobre la plaza cae un sombrío
velo, y en esa noche oscura y con el desolador acompañamiento de una corneta
solitaria, hace su salida el Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de la
Esperanza. En nuestro pecho se recibe una sensación de ese trance de silencio
que tuviste antes de tu muerte, pero tu madre está ahí, no te ha abandonado,
nos llena de esperanza, para que veamos una luz en nuestras vidas, esa mujer es
la única luz que te consuelo en esa desdichada noche, igual que sus hermanos lo
llevan con todo el cuidado posible para que su sufrimiento no se largo y
agonioso.
Esperanza
Tu rostro no tiene nombre
no sé si es belleza o ternura
no sé si es dolor o amargura
Porque aún tu alma está abatida
de contemplar junto al madero
a Jesús en la cruz sufriendo
a Jesús perder la vida.
Pregón de la mañana. Nuestra Iglesia es un hervidero: Diálogo cantado de
narraciones, de hechos y de recuerdos. En el aire se palpa la sentencia para el
Galileo. Solo nos queda procesionarlo y esperar el instante en que sale la
imagen de Jesús el Nazareno.
Siempre me estremezco ante su gesto afligido por el peso del madero, es
como si cargara con los pecados de todos nosotros. Los hermanos Jesuistas
quisieran ayudarles a compartir ese amargo sufrimiento, sacándolo de rodillas,
acompañándolo entre túnicas moradas y saetas que se elevan sobre los susurros
del pueblo. Expresión de penitencia para pedir perdón, por nuestro pecados con ese sencillo y
humilde gesto.
Pero los nazarenos quisieran cambiar la historia, y en vez de que tus
pies desnudos pisaran piedra, y que tu cuerpo arrastrase una cruz, ellos
cargarán sobre sus hombros tu tormento y cubrirán de flores el doloroso camino
que has de recorrer para encontrarte con tu destino.
En esa mañana del Viernes Santo mientras se aleja lentamente el Nazareno
van pasando minutos que se hacen horas, se hacen eternos hasta que entre
varales, bajo palio, y su manto negro de terciopelo, aparece bajo el son de una
dulce melodía, nuestra imagen, su madre, María Santísima de los Dolores. Madre
a la que pedimos en oración, madre que nos alivia el dolor de nuestros
corazones en los momentos difíciles de nuestra vida.
¡Madre serrana por tradición!
De forma pausada se abre la mañana, ya se acerca el momento que toda
Sierrra de Yeguas espera:
El encuentro.
El encuentro de la madre, Nuestra Señora de los Dolores, con su hijo
Jesús de Nazareno que camina hacia la muerte.
Admirado, contemplo a esa madre con el dolor que aplasta su corazón y la
peno de no poder aliviar el sufrimiento de su hijo, desgarrada por abrázalo en
esos instantes del encuentro, mientras los hermanos dolorosos, tratan de
cumplir ese deseo para que pueda alcanzar con sus manos el rostro de su hijo.
Lentamente, sin que nos percatemos, el día se va apagando, para entrar
con sigilo en la noche del Viernes Santo, noche de respeto, noche de reflexión,
noche de recuerdo, noche del Santo Entierro.
Cristo a muerto, doblan a difunto, Sierra de Yeguas llora. En silencio y
seriedad, aparece Jesús yacente, con el cuerpo destrozado por el odio de los
hombres, esos que pocos días antes lo alababan, ahora lo han matado.
Y un rosario de hermanos, cubiertos de luto abrazan tus varales con
dolor y acompañan a tu madre en esa cruda noche de soledad.
Cristo real, humano, Cristo yacente
Que me hables de la vida
y que me hables de la muerte
Creo en Dios, porque en ti creo
y en ti, porque en tu rostro veo
Amor después del martirio
Amor después de reo.
¡Soledad!
Que nombre tan hermoso y que tiste situación, cuando sale la imagen de
Nuestra Virgen, por las calles de Sierra de Yeguas, desesperada y triste,
camina sin saber a dónde ir, camina con sus penas y amarguras.
La Soledad
Sierra de Yeguas, Soledad quisiera
no ver tristeza en tu cara
sino una sonrisa en tus labios
ver la paz en tu mirada
Ya se cierran las puertas del templo, concediéndonos un último
privilegio, de poder mirar su hermoso rostro lleno de tristeza y desconsuelo,
mientras la Semana Santa llega a su fin con el solitario toque de un tambor en
la noche.
Sin darnos cuenta llegamos al Sábado, donde todas las hermandades pasan
la mañana en un nervioso ajetreo, un ir y venir de personas con flores tronos y
enseres. Para que otro año volvamos a vivir la pasión con la misma ilusión que
cuando éramos niños.
Solo queda, que nuestros corazones vestidos con las túnicas de las
hermandades sean verdaderamente, corazones de hermanos, y vivamos conforme al ejemplo
de Jesús, no hoy ni mañana, ni pasado… sino durante todo el año.
Espero que mis palabras os hayan servido para adentraros en la Semana
Santa que hoy os anuncio así como os lo he contado, es como veo yo la Semana
Santa de Sierra de Yeguas.
¡Muchas Gracias!
Al termino del pregón se vivió un momento de aplausos , y el pregonero dio
paso a la presentación del Cartel de Semana Santa con las siguientes palabras:
Mientras todos nosotros vivimos en un mar revuelto, a veces, de alegría,
otras de tristeza, de preocupaciones, de emociones. Él, nos custodia en el
atardecer, desde el cielo de Sierra de Yeguas con la paciencia y humildad que
representa.
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